La conexión pagana
Estas figuras religiosas son precisamente las imágenes habituales de la Virgen con el Niño, pero por alguna razón la Virgen aparece de piel negra. No diremos que sean especialmente apreciadas por la Iglesia católica, que suele considerarlas con cierta desconfianza por decirlo de alguna manera, y se han propuesto muchas teorías para explicar lo de la piel negra. Además, ¿qué relación pueden tener con la Magdalena?, mujer que fue supuestamente de una raza del Oriente Próximo, y que según cree la tradición no tuvo hijos.
Todas y cada una de estas figuras, dondequiera que fuesen halladas, se convirtieron en centro de un culto importante. Aunque se han encontrado en una gran extensión de Europa, pues las hay en Polonia y también en el Reino Unido, la mayor proporción de ellas – hasta un 65% según el estudio realizado en 1985 por Ean Begg – se da en Francia, y de éstas la mayoría se hallan en el sur. Aunque es obvio que esas advocaciones atraen todavía un seguimiento numeroso y apasionado, se trata de cultos locales nunca reconocidos oficialmente ni patrocinados por la Iglesia católica. Según todos los indicios la veneración a las Vírgenes negras tiene alguna cosa non sancta, y esto podemos asegurarlo incluso por propia experiencia. En su libro “The Cult of the Black Virgin” (1985), Ean Begg escribió: “La hostilidad fue inconfundible el 28 de diciembre de 1952 cuando iban a presentarse colaboraciones acerca de las Vírgenes Negras ante la Asociación Americana para el Progreso de las Ciencias. Todos los curas y monjas presentes entre el público abandonaron la sala.” Y sigue diciendo que, hostilidades activas aparte: “La mayoría de los sacerdotes actuales exhiben desinterés o ignorancia en cuanto al tema, y no muestran ningún interés en investigarlo”. Durante la recogida de datos para su libro, Begg visitó con asiduidad los santuarios de diversas Vírgenes negras sólo para descubrir que el párroco o sacristán decía no tener ningún conocimiento de tal estatua, o que ésta no estaba visible por un motivo u otro. Pero las Vírgenes negras, dondequiera que han existido o se siguen descubriendo, cuentan con cariño y devoción inmensos por parte de los fieles de la comarca. Así pues, ¿por qué caen tan antipáticos esos cultos a la corriente oficial del catolicismo? Para explicar que sean negras se han aventurado varias teorías que van de lo ridículo a lo sublime, con bastante predominio de lo primero. Ean Begg cita un diálogo típico sobre el tema entre un colega suyo y un sacerdote, A la pregunta “dígame, padre, ¿por qué es negra la Virgen?”, el clérigo respondía: “Es negra porque es negra, hijo mío”
Otras explicaciones incluyen la condescendiente proposición de que las estatuas se ennegrecen en el decurso de los siglos, por estar expuestas a ambientes cargados de humo de los cirios. Por supuesto, el hecho de que otras figuras de la misma antigüedad y colocadas en los mismos ambientes sigan siendo por lo menos lavables desautoriza la explicación; además las gentes no son tan ingenuas que hayan venerado equivocadamente, con tan rara y ferviente pasión, y durante siglos, unas Vírgenes de caras sucias. Sobre esto resulta que muchas de esas figuras están deliberadamente pintadas de negro o se tallaron en material negro, como el ébano: parece razonable suponer que quien las hizo quería que fuesen negras. Otra idea quizá más plausible es que son, digamos, oscuras porque fueron traídas por los Cruzados de lugares donde la población tenía la piel de ese color. En realidad la mayoría de las Vírgenes negras se hicieron en los mismos lugares donde luego se les rindió veneración, y no fueron copiadas de ningún prototipo que los cruzados hubiesen traído de exóticos y lejanos países. Pero hay otra teoría bastante más persuasiva, y es que las Vírgenes negras se vinculan, por lo general, a cultos paganos mucho más antiguos.
Y si bien la cristianización de esos santuarios ha sido un hecho común en toda Europa, la propia negritud de estas imágenes sugiere que son la continuación de una diosa pagana revestida de ropajes cristianos. Quizá sea ésa la causa de que la Iglesia las trate con desdén, aunque el fervor a ellas dedicado imposibilita prácticamente la prohibición. Por otra parte, si se quisiera que tal prohibición surtiese efecto, y más en tiempos actuales, sería preciso suministrar algún motivo, lo cual no dejaría de llamar la atención sobre lo que ha estado ocurriendo durante los últimos 2.000 años.

Distintos lugares, pero siempre la misma ancestral majestad.
La relación con el paganismo por sí sola no explica, naturalmente, el motivo de que las Vírgenes sean negras, por más que algún apologista cristiano dijese que tal relación debió de ser “negra” simbólicamente, al menos. Pero muchas de estas localizaciones se vinculan a deidades precristianas como Diana y Cibeles, a las que sí se representó como negras durante los largos períodos en que su culto estuvo vigente. Agricultores primitivos observaron que la Estrella Spica, la principal de la constelación de Virgo desaparecía en el horizonte el 15 de agosto, fecha que coincidía con la recogida de la cosecha de trigo seco y maduro, Spica volvía a aparecer el 8 de septiembre coincidiendo con el momento de la siembra, así es como se asocio el ciclo agrícola a la Estrella Spica.
Con el paso del tiempo los cristianos adoptaron las fechas de los cultos paganos pero a través de su simbolismo, así la festividad de la Asunción de la Virgen se celebra el 15 de agosto y su nacimiento el 8 de septiembre.
En todas las religiones en las que se venera a una Diosa-Tierra, siempre aparece indisolublemente asociado con ello un culto solar. Tanto entre los egipcios, como los incas, los griegos o los celtas, no hay Diosa-Tierra sin Dios-Sol, su complemento indispensable. Para los egipcios era la estrella Sirio asociada a Isis, que después de seis meses reaparecía fulgurante en el horizonte, tiempo que coincidía con la llegada de las abundantes aguas al Nilo, tiempo de fertilidad, de riqueza. La diosa Isis simbolizaba a las tierras de Egipto.
Otra diosa representada en ocasiones como negra fue Isis, cuyo culto en la región mediterránea sobrevivió hasta bien entrado el período cristiano. Hermana de Neftis, era una divinidad de múltiples aspectos cuyos dones particulares incluían la magia y la sanación, íntimamente asociada además al mar y a la Luna. También su consorte Osiris era negro en tanto que dios del mundo subterráneo y de la muerte. Éste es el que fue arteramente traicionado y muerto por Set, el dios del mal, pero mágicamente devuelto a la vida por Isis a fin de engendrar el infante Horus.
Se sabe que los primeros cristianos tomaron en beneficio de la Virgen María buena parte de la iconografía de Isis. Por ejemplo, le adjudicaron varios de los títulos de Isis, como el de “Estrella del mar” (Stella Maris) y el de “Reina de los Cielos”. También la representación tradicional de Isis, de pie sobre una media luna, o con el cabello cuajado de estrellas, o una orla de estrellas alrededor de la cabeza, fue adoptada con frecuencia para la Virgen. Y aunque los cristianos crean que las figuras de Virgen con Niño son una iconografía exclusivamente cristiana, de hecho todo el concepto de Nuestra Señora con niño se hallaba ya bien asentado en el culto de Isis. También a ésta se le rindió culto como santa virgen. Pero, aunque fuese asimismo la madre de Horus, esto no suponía ninguna dificultad en las mentes de sus millones de seguidores. Pues a diferencia de los cristianos actuales, obligados a admitir el dogma de la virginidad como artículo de fe y además como suceso histórico real, los seguidores de Isis y otros paganos no se enfrentaban a un dilema intelectual de ese género. Para ellos, Zeus, Venus o Ma’at anduvieron o no por la tierra en algún momento, pero lo importante no era esto sino lo que encarnaban. Cada uno de esos soberanos del panteón rigió su propio departamento de la vida humana; por ejemplo a la diosa egipcia Ma’at le correspondía la noción de justicia, tanto en el mundo material como en el reino de los difuntos, donde las almas eran pesadas en la balanza. Los dioses eran entendidos como arquetipos vivientes, no como personajes históricos. Ningún seguidor de Isis habría perdido el tiempo buscando un sudario que hubiese envuelto el cadáver de Osiris, ni, consideraría importante el hallar una astilla del ataúd en que estuvo. Aquella religión, lejos de ser primitiva e ignorante, se diría que tuvo una comprensión muy profunda del psiquismo humano.
Isis recibía culto como Virgen y como Madre, pero nunca como madre virgen. A sus seguidores les habría parecido francamente ridículo pensar que una mujer permaneciese virgen antes y después de dar a luz un hijo; los dioses serían capaces de obrar prodigios, pero no de cancelar la incredulidad humana hasta ese punto. El culto de las divinidades femeninas mayores subrayaba esa feminidad esencial dividiéndola en tres aspectos principales, cada uno de los cuales representaba una fase del ciclo de vida de una mujer real: primero la Virgen, luego la Madre, luego la anciana que representa la Sabiduría, las tres vinculadas además a las fases de la Luna, sin exceptuar su ocultación.
De este modo cada diosa, y también Isis, representaba la totalidad de la experiencia femenina, sin exceptuar el amor sexual, y por consiguiente podía ser invocada por una mujer para que la socorriese ante cualquier género de dificultad, a diferencia de la Virgen María, de quien se postula una pureza que es un obstáculo infranqueable para quien tal vez desearía poder consultar con alguien sus conflictos sexuales. Pues bien, algunas veces se representó como negra a Isis, esa mujer hecha y derecha que representa el ciclo de vida femenino completo. Y su culto estuvo mucho más difundido de lo que generalmente se cree. Por ejemplo, se descubrió un templo consagrado a ella en lugar tan septentrional como París, junto con indicios de que no era un centro aislado. Isis, la bella diosa adolescente a quien una mujer podía rezar sin escrúpulos de conciencia para absolutamente todo, sedujo a las mujeres de todas las culturas. Cuando surgió la Iglesia, tan patriarcal ella, la primera intención fue la de erradicar los cultos femeninos de los paganos. Pero la necesidad de una diosa continuaba ahí, y representaba un peligro para los Padres de la Iglesia. Así que permitieron la veneración a la Virgen María como una especie de versión expurgada de Isis, aunque absolutamente desvinculada de los imperativos biológicos, emocionales y espirituales de las mujeres de verdad: un sucedáneo de diosa creado por misóginos para un ambiente misógino. Pero no era fácil que la asexuada Virgen María pudiese suplantar el rol de Isis y que ello no suscitase ninguna reacción por parte de sus seguidoras.
5 ¿Coincidencias?

La madre de Jesús, esencialmente buena pero desprovista de relieve en los relatos evangélicos, ¿cómo reemplazaría a una figura tan redonda como la de Isis, que no sólo era la virginidad, la maternidad y la sabiduría, sino además iniciadora sexual y dueña de los destinos de los hombres? ¿No podría ser que el culto a María Magdalena, como el de la Virgen negra tan menospreciada por la Iglesia, ocultasen en realidad una idea de la mujer mucho más antigua y más completa?
Ha quedado bien establecido que los santuarios de Vírgenes negras tienen relación con antiguos emplazamientos paganos, pero hay otro vínculo no tan ampliamente conocido. Una y otra vez, esas figuras enigmáticas y sus antiquísimos cultos florecen al lado de los consagrados a María Magdalena. Por ejemplo la célebre figura negra de Sara la Egipcia que está en Saintes-Maries-de-la-Mer, el mismo lugar donde se dice que desembarcó la Magdalena al término de su viaje desde Palestina. En la región de Marsella tienen no menos de tres Vírgenes negras, una de ellas en la cripta de la basílica de Saint-Víctor, contigua a la capilla subterránea consagrada a María Magdalena. La otra está en la iglesia que tiene «ella» en Aix-en-Provence (cerca del lugar donde se cree fue sepultada), y la tercera en la catedral de esta misma ciudad, la de Saint-Saveur.
Es innegable la relación entre el culto a María Magdalena y el de las Vírgenes negras. Ean Begg ha relacionado no menos de cincuenta centros del primero, que también poseen santuarios dedicados a la Virgen negra. Un estudio de las localizaciones de Vírgenes negras en Francia muestra la concentración máxima en el polígono entre Lyon, Vichy y Clermont-Ferrand, con centro en una cordillera llamada Les Monts de la Madeleine. También hay una importante aglomeración en la Provenza y los Pirineos orientales, regiones ambas íntimamente unidas a la leyenda de la Magdalena. Así que la asociación entre ambos cultos queda clara, aunque no sus razones. Y volvemos a topar con el Priorato de Sión, a quien el culto de la Magdalena merece particular interés, aunque eso no sea muy conocido (y es curioso que no lo mencione The Holy Blood and the Holy Grail, porque hacia la misma época en que apareció el libro, sus autores, Michael Baigent y Richard Leigh, aludieron al asunto en los artículos que escribían para la revista semanal The Unexplained. Varios de los emplazamientos vinculados al Priorato tienen sus propias Vírgenes negras, por ejemplo Sion-Vaudémont y también la ciudad donde sus miembros celebran tradicionalmente la elección del Gran Maestre, es decir Blois, en el valle del Loira. Más exacto sería decir que la veneración de las Vírgenes negras ocupa un lugar central para el Priorato. Sus miembros destacan como devoción especialmente recomendada la de Goult, cerca de Avignon. Ésta tiene la advocación de “Notre-Dame de Lumière”, es decir Nuestra Señora de Luz. Ellos al menos no albergan ninguna duda en cuanto al significado real de la Virgen negra; como ha escrito explícitamente Pierre Plantard de Saint-Clair, “”la Virgen Negra es Isis y su nombre es Notre-Dame de Lumière”.
Parece que hemos encontrado una discrepancia, porque ¿cómo puede existir una relación entre las Isis-Vírgenes negras y la obsesión del Priorato con el linaje merovingio? Plantard de Saint-Clair explica la relación entre el Priorato y las Vírgenes negras diciendo que: “su veneración fue promovida por los reyes merovingios”. Pero, aun cuando depongamos por un momento nuestro escepticismo en cuanto a la continuidad de ese linaje, la afirmación no acaba de encajar con el postulado de que provenía del linaje judío de David.
Otra discrepancia es la que ha observado Begg: que si bien la veneración del Priorato moderno hacia Isis puede considerarse como el intento de establecer para sí mismos un pedigree que se retrotraiga a la época de los romanos o más atrás todavía, las deidades femeninas a las que se rendía culto en las Galias eran principalmente Cibeles y Diana, pero no Isis. Es así que Plantard de Saint-Clair insiste en que el Priorato tiene que ver concretamente con Isis, pero ¿por qué? Begg sugiere que podría tratarse de un artificio para insinuar alguna vinculación importante con la antigüedad egipcia. Si existiera un personaje legendario que pudiese proporcionar una respuesta a este acertijo, o entenderse como un puente entre la tradición pagana y la cristiana reunidas en el culto a las Vírgenes negras, sin duda nadie mejor que María Magdalena. Hemos visto que ésta era muy importante para el Priorato y que éste ve a Isis en las Vírgenes negras. Pero ¿cómo fue que aquella famosa penitente cristiana acabó relacionándose con antiguos emplazamientos de santuarios paganos?

Isis y Artemisa, dos versiones de la Diosa ancestral, las dos son morenas
El culto a la Virgen Morena iniciado por los templarios es conocido, su origen aún guarda un conocimiento por descubrir. La Virgen de la Leche seria la versión cristiana de Isis amamantando a Horus.
En España se rinde culto a numerosísimas vírgenes negras, entre ellas la Virgen de Atocha, la de Guadalupe en Extremadura, la de Montserrat en Cataluña, la Virgen de Regla en Cádiz.
“En el principio existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios”.