Dos representaciones de María Magdalena, con el típico frasco de alabastro y huevo cósmico. Desde siempre asociada al concepto de la divinidad femenina.
De los textos que mencionan a María Magdalena, los Evangelios, son los únicos que conoce la mayoría de las personas. Hasta hace poco, el personaje estuvo considerado por muchos cristianos como marginal en relación con la epopeya de Jesús y sus seguidores. En los últimos cuarenta o cincuenta años, por el contrario, se advierte un cambio de percepción por parte de los estudiosos. Hoy se le atribuye un papel bastante más destacado, y es a la luz de estas conclusiones que se establecen otras hipótesis. El rol jugado por María Magdalena adquiere una significación completamente nueva, más profunda y mas permanente cuando queda consignado que estuvo presente en la Crucifixión y más especialmente que fue el primer testigo de la Resurrección
En 1945 fueron descubiertos en la aldea egipcia de Nag Hammadi una colección de antiguos textos del gnosticismo cristiano conocidos como los “Evangelios gnósticos”. Estas escrituras fueron condenadas por la primitiva iglesia que las califico de heréticas y las busco con sistemática aplicación para destruirlas, como si contuvieran algún secreto de gran peligrosidad para la Institución que estaba en vías de establecerse. Lo que proclamaban muchos de esos textos prohibidos era la preeminencia de María Magdalena sobre el resto de los apóstoles. A uno de ellos incluso se lo conoce como “El Evangelio de María Magdalena”.